Como
ben sabedes, estamos a traballar nun libro no que imos a recompilar
máis de 150 artigos que Manuel María Puga, o lendario Picadillo,
escribiu en varios xornais coruñeses entre os anos 1902 e 1918. Pois
ben, nun deses artigos, o publicado en “El Noroeste” o 4 de abril
de 1905 baixo o título de “La instrucción en la aldea”,
Picadillo dáballe aos seus lectores unha idea aproximada de como
estaba o tema educativo na parroquia de Armentón por aqueles días.
O
señor Conde, como era coñecido en Arteixo, empezaba a devandita
crónica facendo mención dunha historia acaecida pouco despois de
que entrara a formar parte da redacción de “El Noroeste” dicindo
que...
“ El
entusiasmo se apoderó de todos nosotros y el que más y el que menos
se echó por las calles y por las aldeas á la caza de nuevos
lectores. A mí también me tocó mi parte y aprovechando la primera
ocasión en que fuí al campo, reuní en conclave á los caseros más
acomodados y les hablé en la siguiente forma:
Caballeros:
Ahora hay ná Cruña un papel periódico que da moito gusto de leelo.
Non costa mais que unha peseta cada mes, é vós ben podedes
suscribirvos que con eso saberedes todas as novedades que pasan pó
lo mundo.
-Bien está, si señor.
-A
ver, lista: Manuel Loureiro, Bernabé Gómez, Juan Grela Grela,
Domingo Abeleira, etc.”
Segundo nos
conta no artigo, o noso protagonista conseguiría doce ou catorce
novas subscricións entre os seus caseiros de Armentón coas que,
días máis tarde, aparecería na Coruña cheo de satisfación e co
peito inchado coma un pavo real, facéndoas inscribir acto seguido
nas listas da administración de “El Noroeste”.
Transcorre
o tempo. Picadillo bota na Coruña dous ou tres meses sen pisar as súas posesións en Arteixo. Mentres, “a
súa xente” seguía pagando relixiosamente o seu periódico e ata
incluso había algún subscritor que facía as oportunas reclamacións
cando algún día, por casualidade, non recibía o número.
Naquela
hora o correo de Anzobre era, seguindo a tradición no país, unha
leiteira, leiteira que de cando en vez chegaba cos seus encargos á
hora do crepúsculo. Alfredo Tella, compañeiro de redacción en “El
Noroeste” de Picadillo que asinaba a súa sección “Croniquillas”
co seudónimo de Equis, contaba naquela altura nun dos seus
chispeantes artigos que certo día…
”Tardaba
mucho la conductora de las cartas; ya casi era de noche oscura y no
había llegado. Da muchísima rabia en el campo este retraso del
correo, pues se esperan periódicos y cartas con la impaciencia del
que no tiene nada que hacer. Por fin apareció la lechera, montada en
su burro, con su paquete de costumbre y con otro paquete bastante
grande envuelto en trapos.
-¿Cómo
tardaches tanto, rapaza?-Desimule, señor. Foi que parín en Arteixo.
Aquí teñen o neno.
Efectivamente, traía una preciosidad de chico, y estaba como si tal cosa”.
Transcorridos
eses dous ou tres meses, Picadillo voltaría ao seu pazo de Anzobre
e, aos poucos días de estar alí, foino a visitar un dos seus
“enlistados”.
-¿E
cómo lle vai?
-Ben,
e ti?
-Ben,
para servir a Dios e a vostede.
-¿Qué
traes de novo?
-Pois
señor, eu víñalle dicir a ver cando deixamos de pagar o periódico.
-¿Enton,
non che gusta? ¿non está de acordo coas túas ideas?
-Non,
non señor, non é iso.
-¿Pois
que pasa, home?
-Pois
é que na casa ningún de nós sabe ler.
Ante
tan rotunda declaración, Manuel Puga daría de baixa a ese caseiro
como subscritor de “El Noroeste” sen ningún tipo de
explicacións. Á semana seguinte, dos catorce só quedaban catro; os
dez restantes non sabían ler!
Os
catro que si o sabían facer manterían por bastante tempo a súa
subscrición no xornal herculino, mais un deles acabaría por darlle
as queixas a Picadillo dicindo que os traballos do campo ían para
atrás porque (frases textuais)... la canalla desprencipia á ler al
ponerese el sol y se están lendo hastra las dos de la noche é
despois non hay quien los haja deixar la palleira. Ese tamén
convencería ao señor Conde e tamén o faría dar de baixa.
Os
outros tres continuarían tan interesados e satisfeitos que ata nunha
ocasión un deles enviaríalle a seguinte carta a Picadillo:
Para
el Señor amo
perillona
31 de marco 18905
Mui
señor mio denpues de saludar le a vdt y demas amigos desa redencion
paso amanifestale lo sigiente
el
que no be mundo señor amo es coma una vesta brava y aquí el paisano
careze de enstrucion publica porque el gobierno no se coida de
adautar el porfesorado en una devida forma y los rapaces se crian lo
mesmo que almallos en lo que se relaciona con la sabeduria interior
de la caveza por eso nole estrañará que le derija estas 4 mal
tracadas letras por ber si nos saca de una cabilazion muy grande que
tenemos yo y barios mas todos becinos de este lujar en los voletines
que ustés nos mandan desde el nordeste anda ay dias una cosa que
llaman el centanario de un tal quigote y por mas que lemos y lemos no
sacamos nada de la leutura mas qe a ese quigote lo a echo un tal don
grabiel de Carvantes ou aljo asi cuyo don grabiel era manco por lo
cual emos acordado los de la perillona ponernos en una comision para
decirle a usdt que fale con el escrebiente del periodeco señor de
eques que es el mas pabero de todos y nos heche una esplicacion de
lo que quier dezir eso del centinario
Es
un señor moy adivertido y a de sacar alguna destruzia para acerenos
conprender bien lo que quiere dicir.
ia
sabe usted qe aquí estamos para que nos moleste en cuanto sea
gustante.
No
destraendo mas su de licada atención y con rrecuerdos á la familia
y amigos que por mi pergunten es de usted p.p.p.q.p.m.p.b.,
Manuel
Cotelo feli Pez.
Picadillo
decidira inserir esa carta nas páxinas de “El Noroeste” para pór
de manifesto...”cómo anda la instrucción pública por las
aldeas, á pesar del aumento de sueldo á los maestros y de la
multiplicación de las escuelas”, unha carta coa que a
veciñanza da Perillona solicitaba a súa particular axuda para
descifrar o contido das “Croniquillas” en torno á figura de un
tal “Don Quijote” e dun tal Miguel de Cervantes que, por aqueles
días, escribira Equis (Alfredo Tella), o xornalista aludido
na carta precedente.
Así
pois, Equis tivera que romperse o miolo para dar unha
explicación que poidera ser entendida por aquela xente da Perillona
sobre o terceiro Centenario da publicación de “Don Quijote de la
Mancha”, a novela escrita por Miguel de Cervantes en 1605, uns
veciños que o 30 de abril de 1905 podían ler en “El Noroeste”,
logo de agardar uns días con ansiedade e moita curiosidade, a
explicación de Alfredo Tella:
“El
Centenario en la aldea”
Pues
señor, no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague, y ya
que en estos días de fin de mes y entrada de otro hay que pagar á
la patrona y á todos los demás proveedores de artículos de primera
y segunda necesidad, voy á pagar también una deuda que tengo con el
gran “Picadillo” y con su colono y muy señor mío Cotelo Felípez
de la Perillona, el autor de la más graciosa carta que ha visto la
luz en letras de molde. Cierto es que la deuda data de principios de
mes y yo la pago á últimos, lo cual da una malísima idea de mis
condiciones de solvencia, pero diré para tranquilidad de mis
acreedores metálicos que me cuesta más trabajo pagar con la pluma
que con los cuartos. Y, en fin, hace muy cerca de dos años que le
debo á don Miguel de Unamuno unas coplas macarrónicas que me pidió,
y aún no le mandé, y en cambio cumplo con Cotelo Felípez dentro
del mes, lo cual dará á tan apreciable labrador y vecino muy alta
idea de la consideración que me merece.
Lo
malo del caso es que cualquiera explica á los habitantes de
Bergantiños que fueron educados como “almallos”,
según modesta y propia confesión, quien fue don Miguel de Cervantes
y porque todo el mundo se entusiasma tanto con su libro.
Cervantes,
amigo Cotelo, era un manco, ó lo que es lo mismo “toco”, según
les llamamos en el país, que, después de haber ido al servicio y
visto mucho mundo, cogió la pluma con la mano sana y poniendo boca
en un loco y en su criado, que parecía tonto, les dijo á los
españoles de aquellos tiempos una porción de verdades tan grandes
como bueyes de Laiño. Que eran unos tontos más grandes que sus
criados y unos locos más grandes que él; que andaban perdiendo el
tiempo en caprichos y cosas que no valían la pena, mientras que su
hacienda se la llevaban todos sus diablos y estaba descuidado el
gobierno de su vida.
Si
Cervantes hubiera escrito el Quijote en estos tiempos y para que lo
leyéseis os pintaría un paisano que sale por el mundo con su criado
para perseguir á los labradores que echan en sus tierras arena de
Baldayo y que no enganchan los novillos al carro hasta que tienen
tres años. Os diría que debíais gastar reloj de plata bien
gordo y cadena con fleco bien largo, pantalón de campana sin
remontas y sombrero con un revólver dorado en la cinta, en lugar de
las polainas y monteras que tan buenos servicios os prestan. Y os
diría también que deberíais prescindir de vuestras costumbres
sencillas, que bailaseis polkas y mazurkas despreciando el “manelo”,
que en lugar de unto le echaseis al caldo extracto de carne de ese que
viene de Buenos Aires, y que es conveniente lavarse la cara cada ocho
días y los pies cada quince y poner á prado las tierras porque dan
más que á trigo.
Al
leer estas cosas vosotros comprenderíais que aquello era una
broma y diríais como de costumbre: Bueno, bueno, Dios nos deixe
andar de á cabalo de quien lo entiende.
Ya
veis, pues, lo que hizo ese Don Miguel y lo muy agradecidos que
debemos estarle todos por habernos abierto los ojos.
Por
eso debeis celebrar todos el centenario como una de las grandes
solemnidades de la vida. Echad lacón y costilla en el puchero, tomad
vino del país y arroz con leche, y si después de esto os reunís en
la cocina y contais unos cuentos de esos que sabeis vosotros llenos
de sentido práctico y cuyas moralejas dejan muy atrás á las de
Sancho Panza, podreis alabaros de haber realizado unos festejos mucho
más alegres y mucho más cervantinos que todos cuantos hagan en
Madrid.
EQUIS.
Non
sabemos se os veciños e as veciñas da Perillona entenderían, coa
explicación dada por Equis na súa sección “Croniquillas”, quen
era o tal Miguel de Cervantes, o “Don Quijote” e tamén que demo
era iso do Centenario… é probable que si, mais as respostas quedan
no aire. O único que podemos afirmar é que moitos anos máis tarde,
a principios da década dos 50, un matrimonio da parroquia carballesa
de Rus, Antón da Barreira e Flora Seoane, chegaban a Armentón desde
o seu Carballo natal para instalar o seu domicilio en Anzobre, lugar
onde el montaría unha carpintería, a carpintería de Sánchez, unha
das de máis sona do Arteixo de antano. Curiosamente, medio século
despois de que o fixera na Perillona, o espíritu do Quixote voltaba
a revivir nese lugar da xeografía arteixá xa que Antón esculpiría
en madeira algunha que outra figura do popular fidalgo da Mancha!
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