venres, 11 de maio de 2018

O QUIXOTE E A PARROQUIA DE ARMENTÓN

     Como ben sabedes, estamos a traballar nun libro no que imos a recompilar máis de 150 artigos que Manuel María Puga, o lendario Picadillo, escribiu en varios xornais coruñeses entre os anos 1902 e 1918. Pois ben, nun deses artigos, o publicado en “El Noroeste” o 4 de abril de 1905 baixo o título de “La instrucción en la aldea”, Picadillo dáballe aos seus lectores unha idea aproximada de como estaba o tema educativo na parroquia de Armentón por aqueles días.

     O señor Conde, como era coñecido en Arteixo, empezaba a devandita crónica facendo mención dunha historia acaecida pouco despois de que entrara a formar parte da redacción de “El Noroeste” dicindo que...

  “ El entusiasmo se apoderó de todos nosotros y el que más y el que menos se echó por las calles y por las aldeas á la caza de nuevos lectores. A mí también me tocó mi parte y aprovechando la primera ocasión en que fuí al campo, reuní en conclave á los caseros más acomodados y les hablé en la siguiente forma:

Caballeros: Ahora hay ná Cruña un papel periódico que da moito gusto de leelo. Non costa mais que unha peseta cada mes, é vós ben podedes suscribirvos que con eso saberedes todas as novedades que pasan pó lo mundo.

-Bien está, si señor.
-A ver, lista: Manuel Loureiro, Bernabé Gómez, Juan Grela Grela, Domingo Abeleira, etc.” 

     Segundo nos conta no artigo, o noso protagonista conseguiría doce ou catorce novas subscricións entre os seus caseiros de Armentón coas que, días máis tarde, aparecería na Coruña cheo de satisfación e co peito inchado coma un pavo real, facéndoas inscribir acto seguido nas listas da administración de “El Noroeste”.

     Transcorre o tempo. Picadillo bota na Coruña dous ou tres meses sen pisar as súas posesións en Arteixo. Mentres, “a súa xente” seguía pagando relixiosamente o seu periódico e ata incluso había algún subscritor que facía as oportunas reclamacións cando algún día, por casualidade, non recibía o número.

    Naquela hora o correo de Anzobre era, seguindo a tradición no país, unha leiteira, leiteira que de cando en vez chegaba cos seus encargos á hora do crepúsculo. Alfredo Tella, compañeiro de redacción en “El Noroeste” de Picadillo que asinaba a súa sección “Croniquillas” co seudónimo de Equis, contaba naquela altura nun dos seus chispeantes artigos que certo día…

      ”Tardaba mucho la conductora de las cartas; ya casi era de noche oscura y no había llegado. Da muchísima rabia en el campo este retraso del correo, pues se esperan periódicos y cartas con la impaciencia del que no tiene nada que hacer. Por fin apareció la lechera, montada en su burro, con su paquete de costumbre y con otro paquete bastante grande envuelto en trapos.
-¿Cómo tardaches tanto, rapaza?
-Desimule, señor. Foi que parín en Arteixo. 
Aquí teñen o neno.
Efectivamente, traía una preciosidad de chico, y estaba como si tal cosa”. 

Transcorridos eses dous ou tres meses, Picadillo voltaría ao seu pazo de Anzobre e, aos poucos días de estar alí, foino a visitar un dos seus “enlistados”.

-¿E cómo lle vai?
-Ben, e ti?
-Ben, para servir a Dios e a vostede.
-¿Qué traes de novo?
-Pois señor, eu víñalle dicir a ver cando deixamos de pagar o periódico.
-¿Enton, non che gusta? ¿non está de acordo coas túas ideas?
-Non, non señor, non é iso.
-¿Pois que pasa, home?
-Pois é que na casa ningún de nós sabe ler.

      Ante tan rotunda declaración, Manuel Puga daría de baixa a ese caseiro como subscritor de “El Noroeste” sen ningún tipo de explicacións. Á semana seguinte, dos catorce só quedaban catro; os dez restantes non sabían ler!

      Os catro que si o sabían facer manterían por bastante tempo a súa subscrición no xornal herculino, mais un deles acabaría por darlle as queixas a Picadillo dicindo que os traballos do campo ían para atrás porque (frases textuais)... la canalla desprencipia á ler al ponerese el sol y se están lendo hastra las dos de la noche é despois non hay quien los haja deixar la palleira. Ese tamén convencería ao señor Conde e tamén o faría dar de baixa.

      Os outros tres continuarían tan interesados e satisfeitos que ata nunha ocasión un deles enviaríalle a seguinte carta a Picadillo:


Para el Señor amo
perillona 31 de marco 18905

      Mui señor mio denpues de saludar le a vdt y demas amigos desa redencion paso amanifestale lo sigiente
el que no be mundo señor amo es coma una vesta brava y aquí el paisano careze de enstrucion publica porque el gobierno no se coida de adautar el porfesorado en una devida forma y los rapaces se crian lo mesmo que almallos en lo que se relaciona con la sabeduria interior de la caveza por eso nole estrañará que le derija estas 4 mal tracadas letras por ber si nos saca de una cabilazion muy grande que tenemos yo y barios mas todos becinos de este lujar en los voletines que ustés nos mandan desde el nordeste anda ay dias una cosa que llaman el centanario de un tal quigote y por mas que lemos y lemos no sacamos nada de la leutura mas qe a ese quigote lo a echo un tal don grabiel de Carvantes ou aljo asi cuyo don grabiel era manco por lo cual emos acordado los de la perillona ponernos en una comision para decirle a usdt que fale con el escrebiente del periodeco señor de eques que es el mas pabero de todos y nos heche una esplicacion de lo que quier dezir eso del centinario
Es un señor moy adivertido y a de sacar alguna destruzia para acerenos conprender bien lo que quiere dicir.
ia sabe usted qe aquí estamos para que nos moleste en cuanto sea gustante.
No destraendo mas su de licada atención y con rrecuerdos á la familia y amigos que por mi pergunten es de usted p.p.p.q.p.m.p.b.,
Manuel Cotelo feli Pez.

Lugar da Perillona, parroquia de Armentón
      Picadillo decidira inserir esa carta nas páxinas de “El Noroeste” para pór de manifesto...”cómo anda la instrucción pública por las aldeas, á pesar del aumento de sueldo á los maestros y de la multiplicación de las escuelas”, unha carta coa que a veciñanza da Perillona solicitaba a súa particular axuda para descifrar o contido das “Croniquillas” en torno á figura de un tal “Don Quijote” e dun tal Miguel de Cervantes que, por aqueles días, escribira Equis (Alfredo Tella), o xornalista aludido na carta precedente.

      Así pois, Equis tivera que romperse o miolo para dar unha explicación que poidera ser entendida por aquela xente da Perillona sobre o terceiro Centenario da publicación de “Don Quijote de la Mancha”, a novela escrita por Miguel de Cervantes en 1605, uns veciños que o 30 de abril de 1905 podían ler en “El Noroeste”, logo de agardar uns días con ansiedade e moita curiosidade, a explicación de Alfredo Tella: 
 

El Centenario en la aldea”

      Pues señor, no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague, y ya que en estos días de fin de mes y entrada de otro hay que pagar á la patrona y á todos los demás proveedores de artículos de primera y segunda necesidad, voy á pagar también una deuda que tengo con el gran “Picadillo” y con su colono y muy señor mío Cotelo Felípez de la Perillona, el autor de la más graciosa carta que ha visto la luz en letras de molde. Cierto es que la deuda data de principios de mes y yo la pago á últimos, lo cual da una malísima idea de mis condiciones de solvencia, pero diré para tranquilidad de mis acreedores metálicos que me cuesta más trabajo pagar con la pluma que con los cuartos. Y, en fin, hace muy cerca de dos años que le debo á don Miguel de Unamuno unas coplas macarrónicas que me pidió, y aún no le mandé, y en cambio cumplo con Cotelo Felípez dentro del mes, lo cual dará á tan apreciable labrador y vecino muy alta idea de la consideración que me merece.

Alfredo Tella, Equis
    Lo malo del caso es que cualquiera explica á los habitantes de Bergantiños que fueron educados como “almallos”, según modesta y propia confesión, quien fue don Miguel de Cervantes y porque todo el mundo se entusiasma tanto con su libro.

    Cervantes, amigo Cotelo, era un manco, ó lo que es lo mismo “toco”, según les llamamos en el país, que, después de haber ido al servicio y visto mucho mundo, cogió la pluma con la mano sana y poniendo boca en un loco y en su criado, que parecía tonto, les dijo á los españoles de aquellos tiempos una porción de verdades tan grandes como bueyes de Laiño. Que eran unos tontos más grandes que sus criados y unos locos más grandes que él; que andaban perdiendo el tiempo en caprichos y cosas que no valían la pena, mientras que su hacienda se la llevaban todos sus diablos y estaba descuidado el gobierno de su vida.

    Si Cervantes hubiera escrito el Quijote en estos tiempos y para que lo leyéseis os pintaría un paisano que sale por el mundo con su criado para perseguir á los labradores que echan en sus tierras arena de Baldayo y que no enganchan los novillos al carro hasta que tienen tres años. Os diría que debíais gastar reloj de plata bien gordo y cadena con fleco bien largo, pantalón de campana sin remontas y sombrero con un revólver dorado en la cinta, en lugar de las polainas y monteras que tan buenos servicios os prestan. Y os diría también que deberíais prescindir de vuestras costumbres sencillas, que bailaseis polkas y mazurkas despreciando el “manelo”, que en lugar de unto le echaseis al caldo extracto de carne de ese que viene de Buenos Aires, y que es conveniente lavarse la cara cada ocho días y los pies cada quince y poner á prado las tierras porque dan más que á trigo.

     Al leer estas cosas vosotros comprenderíais que aquello era una broma y diríais como de costumbre: Bueno, bueno, Dios nos deixe andar de á cabalo de quien lo entiende.

    Ya veis, pues, lo que hizo ese Don Miguel y lo muy agradecidos que debemos estarle todos por habernos abierto los ojos.

      Por eso debeis celebrar todos el centenario como una de las grandes solemnidades de la vida. Echad lacón y costilla en el puchero, tomad vino del país y arroz con leche, y si después de esto os reunís en la cocina y contais unos cuentos de esos que sabeis vosotros llenos de sentido práctico y cuyas moralejas dejan muy atrás á las de Sancho Panza, podreis alabaros de haber realizado unos festejos mucho más alegres y mucho más cervantinos que todos cuantos hagan en Madrid.

EQUIS.


Quixote obra de Antón da Barreira
     Non sabemos se os veciños e as veciñas da Perillona entenderían, coa explicación dada por Equis na súa sección “Croniquillas”, quen era o tal Miguel de Cervantes, o “Don Quijote” e tamén que demo era iso do Centenario… é probable que si, mais as respostas quedan no aire. O único que podemos afirmar é que moitos anos máis tarde, a principios da década dos 50, un matrimonio da parroquia carballesa de Rus, Antón da Barreira e Flora Seoane, chegaban a Armentón desde o seu Carballo natal para instalar o seu domicilio en Anzobre, lugar onde el montaría unha carpintería, a carpintería de Sánchez, unha das de máis sona do Arteixo de antano. Curiosamente, medio século despois de que o fixera na Perillona, o espíritu do Quixote voltaba a revivir nese lugar da xeografía arteixá xa que Antón esculpiría en madeira algunha que outra figura do popular fidalgo da Mancha!






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