-ROMERÍAS GALLEGAS-
LA VIRGEN DE LOS REMEDIOS EN ANZOBRE
Va tocando á su término la serie de las romerías que durante el
verano y el otoño, cuando está transitable el país, alegran el hermoso y
melancólico campo gallego con el estampido de los cohetes, el repique
de las campanas y los estridentes sonidos del cornetín y del clarinete;
porque los cantos que son obligados en nuestra tierra cuando hay fiesta y
cuando no la hay, no son alegres; tienen un sello de profunda
melancolía; lo más que hay en ellos es sátira aguda propia del carácter
gallego, pero nunca alegría franca y loca como la de los países en que
el sol abrasa.
Una de las fiestas más
famosas de estos contornos es la romería de los Remedios que se celebra
en la capilla de la casa de Anzobre, por fundación, Dios sabe de quien,
porque es antiquísima y tradicional. En este día, aquella casa y
aquella capilla que durante todo el año son de la familia Puga, se
convierten en bienes de uso público; y aquella lindísima iglesia, mejor
que muchas parroquiales, y aquel parque, que es grande y amplio como el
paseo de cualquier capital, se ven inválidos por una enorme multitud
mezcla de devota y profana, que va de romería como se va á Pastoriza, á
la Barca ó á San Andrés de Teixido: este á cumplir un voto, aquel á
llevar una vela ó una mano de cera, el otro simplemente a divertirse y
echar una cana al aire, que de todo hay en la viña del Señor y entre
salve y credo se puede muy bien trasegar al interior un par de vasos del
nuevo del Rivero ó una copa de anís escarchado.
Imaxe antiga da capela do pazo de Anzobre |
Este año la fiesta revistió una solemnidad grande. Estaba en Anzobre el
propietario, nuestro Manolo Puga, y el tiempo, el clero, y los devotos
parece que se pusieron de acuerdo para que la fiesta resultase
espléndida y vistosa.
Concurrió una muchedumbre imponente: peregrinos con hábito, devotas que
recorren dos kilómetros andando sobre las rodillas; mozos de aguillada
en mano y revólver al cinto, carros cargados con pellejos de vino,
labradores acomodados montando briosas yeguas, mendigos profesionales
luciendos sus lacras más o menos legítimas, chiquillos vestidos
con todos los trajes imaginados, por la forma y color; músicos,
cantores, vendedores, panaderos de Vilaboa... todo lo necesario, en fin,
para constituir la clásica romería regional con lujo de conjunto por el
número y de detalles por la calidad.
Durante toda la mañana se dicen misas por los sacerdotes, conforme van concurriendo.
Aunque la capilla es amplia no basta para contener á la multitud
ansiosa de oírlas, y todo el parque se convierte en templo. Es uno de
los espectáculos más originales y grandiosos de la fiesta, el momento de
alzar en una de estas misas: millares de personas hincadas de rodillas
en un enorme campo de castaños, con actitud mística y con las manos en
cruz, ofrecen un conjunto de belleza, de unción y de algo que no se vé
jamás en las poblaciones; de una fe primitiva y de una sencillez
encantadora.
Después, la función solemne. Este año la flauta y el acordeón
cedieron el puesto á un piano casi afinado que acompañó los cantos del
numeroso clero que ocupaba el coro, entonando la clásica música de canto
llano adornado al estilo del país.
A la misa cantada sucede la procesión, sencilla pero grandiosa en
medio de su rusticidad. El pendón y el estandarte rompen la marcha y
sigue la preciosa imagen, llevada en hombros por muchos mozos que se
disputan el honor de conducirla sucesivamente, sin perjuicio de romperse
después del bautismo, apesar de su religiosa unción, por una sonrisa de
Carmela del Coto ó de Marica del Castro.
Y después... lo de siempre; muiñeira, jota (en el país le llaman maneio)
y tal ó cual conato de habanera ó polka, que con la chaqueta de
astrakán y el pantalón largo van reemplazando al contrapaso y la
montera, cosas clásicas de aquellos campos.
Las gentes que cantan misa, usan camisa planchada ó llevan Mauser, van a xantar al interior de la casa.
Y como dicen los romances de ciego "aquí la pluma se para". ¿Que vamos á decir de una comida en casa de Picadillo?
Como fin de fiesta, fuegos y globos, unos cuantos tiros al aire para
demostrar que en Bergantiños hay valor acreditado, y hasta el año que
viene, si Dios quiere.
Ningún comentario:
Publicar un comentario