mércores, 13 de maio de 2020

A ROMARÍA DOS REMEDIOS DE ANZOBRE DO ANO 1902

(Artigo publicado no xornal El Noroeste o 5 de novembro de 1902)


-ROMERÍAS GALLEGAS-
LA VIRGEN DE LOS REMEDIOS EN ANZOBRE

     Va tocando á su término la serie de las romerías que durante el verano y el otoño, cuando está transitable el país, alegran el hermoso y melancólico campo gallego con el estampido de los cohetes, el repique de las campanas y los estridentes sonidos del cornetín y del clarinete; porque los cantos que son obligados en nuestra tierra cuando hay fiesta y cuando no la hay, no son alegres; tienen un sello de profunda melancolía; lo más que hay en ellos es sátira aguda propia del carácter gallego, pero nunca alegría franca y loca como la de los países en que el sol abrasa.

     Una de las fiestas más famosas de estos contornos es la romería de los Remedios que se celebra en la capilla de la casa de Anzobre, por fundación, Dios sabe de quien, porque es antiquísima y tradicional. En este día, aquella casa y aquella capilla que durante todo el año son de la familia Puga, se convierten en bienes de uso público; y aquella lindísima iglesia, mejor que muchas parroquiales, y aquel parque, que es grande y amplio como el paseo de cualquier capital, se ven inválidos por una enorme multitud mezcla de devota y profana, que va de romería como se va á Pastoriza, á la Barca ó á San Andrés de Teixido: este á cumplir un voto, aquel á llevar una vela ó una mano de cera, el otro simplemente a divertirse y echar una cana al aire, que de todo hay en la viña del Señor y entre salve y credo se puede muy bien trasegar al interior un par de vasos del nuevo del Rivero ó una copa de anís escarchado.

Imaxe antiga da capela do pazo de Anzobre
     Este año la fiesta revistió una solemnidad grande. Estaba en Anzobre el propietario, nuestro Manolo Puga, y el tiempo, el clero,  y los devotos parece que se pusieron de acuerdo para que la fiesta resultase espléndida y vistosa.

     Concurrió una muchedumbre imponente: peregrinos con hábito, devotas que recorren dos kilómetros andando sobre las rodillas; mozos de aguillada en mano y revólver al cinto, carros cargados con pellejos de vino, labradores acomodados montando briosas yeguas, mendigos profesionales luciendos sus lacras más o menos legítimas, chiquillos vestidos con todos los trajes imaginados, por la forma y color; músicos, cantores, vendedores, panaderos de Vilaboa... todo lo necesario, en fin, para constituir la clásica romería regional con lujo de conjunto por el número y de detalles por la calidad.

     Durante toda la mañana se dicen misas por los sacerdotes, conforme van concurriendo.

     Aunque la capilla es amplia no basta para contener á la multitud ansiosa de oírlas, y todo el parque se convierte en templo. Es uno de los espectáculos más originales y grandiosos de la fiesta, el momento de alzar en una de estas misas: millares de personas hincadas de rodillas en un enorme campo de castaños, con actitud mística y con las manos en cruz, ofrecen un conjunto de belleza, de unción y de algo que no se vé jamás en las poblaciones; de una fe primitiva y de una sencillez encantadora. 

     Después, la función solemne. Este año la flauta y el acordeón cedieron el puesto á un piano casi afinado que acompañó los cantos del numeroso clero que ocupaba el coro, entonando la clásica música de canto llano adornado al estilo del país.

     A la misa cantada sucede la procesión, sencilla pero grandiosa en medio de su rusticidad. El pendón y el estandarte rompen la marcha y sigue la preciosa imagen, llevada en hombros por muchos mozos que se disputan el honor de conducirla sucesivamente, sin perjuicio de romperse después del bautismo, apesar de su religiosa unción, por una sonrisa de Carmela del Coto ó de Marica del Castro.

     Y después... lo de siempre; muiñeira, jota (en el país le llaman maneio) y tal ó cual conato de habanera ó polka, que con la chaqueta de astrakán y el pantalón largo van reemplazando al contrapaso y la montera, cosas clásicas de aquellos campos.

     Las gentes que cantan misa, usan camisa planchada ó llevan Mauser, van a xantar al interior de la casa.

     Y como dicen los romances de ciego "aquí la pluma se para". ¿Que vamos á decir de una comida en casa de Picadillo?

     Como fin de fiesta, fuegos y globos, unos cuantos tiros al aire para demostrar que en Bergantiños hay valor acreditado, y hasta el año que viene, si Dios quiere.

X.

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