Parroquia de Santa María de Pastoriza, de ascenso.- Entrase en
esta feligresía, limítrofe con el ayuntamiento de Coruña-Oza, por
Meicende, famoso por su exquisita leche, a cuyas leiteiras
consagró el vate bergantiñán Eduardo Pondal algunas de sus estrofas, y
cuyo caserío se halla situado a ambos lados de la carretera de
Finisterre, pero cuyo núcleo principal y pintoresco hállase a la
izquierda. Desde aquí una pequeña pendiente con varias curvas nos lleva
al santuario, viéndose antes tendidos por la ladera del monte en que se
alza los lugares de Sobrado y Barreiro, y más alejado y próximo al mar
el de Nostián, que pertenece en parte a Pastoriza y en parte a Visma
(Oza-Coruña).
Las demás aldeas del término son Barrio Novo, Borroa, Campanilla,
que tomó el nombre de un campanario aislado de la iglesia y a flor de
tierra en el campo en el que se celebran las romerías, Maceira, Moucho,
Sisto y Torroal de Meicende y los grupos menores de Couto, Furoca y
Nostián de Borroa que ya citamos. La población asciende a 1.340
habitantes de hecho y 1.449 de derecho, repartidos en 354 edificios, 83
de un piso, 233 de dos, 4 de tres y 34 albergues. Dista de la Coruña 6
kilómetros y 5 de Arteixo.
Tiene abundantes fuentes naturales, una de ellas la excelente de
junto al santuario. De las vertientes del monte en que este se leva baja
uno de los brazos del río Monelos y es el que sigue por Elviña.
La sinecura de esta parroquia fué de los Andeiro, y hoy es
presentación alterna de la casa de Láncara y de la Corona. Hay una
escuela nacional. Limita al N. con Oza-Coruña, al E. con el mismo, al S.
con Oseiro y con Suevos al O. Forma parte, hasta cierto punto, del
valle de Arteixo. Situada la feligresía en una elevación, es bastante
quebrado su terreno, sin que deje de tener llanos bien cultivados, pero
de escaso arbolado, que tan sólo se ve en las laderas de alguno que otro
monte. Es rico en productos agrícolas, cuyo mercado principal es la
ciudad de la Coruña. No carece de comercios y hay donde poder reparar
sus fuerzas los muchos romeros que van de peregrinación, especialmente
en las fiestas principales.
La exportación que se hace de cebolla es importante. La vid desapareció ha más de un siglo atacada por el "oidium".
Santuario de Pastoriza.- Si al N. de la ciudad coruñesa "se
eleva el vigía inmóvil, el ojo de fuego encendido en tiempos remotos por
esos pueblos navegantes y mercaderes que se llamaban fenicios, para
proteger materialmente a las embarcaciones, advirtiéndoles donde está el
escollo que deben huir, el bajío en que pueden encallar, el arrecife en
que corren a estrellarse; al S. (de la Coruña) se alza el faro moral
encendido por la fe cristiana, el que interviene y protege y salva y
guía al puerto cuando ya el marino se cree perdido sin remisión; el
Númen invocado en la última extremidad, la Virgen marinera, la Estrella
de los mares. Allí están desde tiempo inmemorial ambos faros mirándose,
dominando con su serena irradiación el bramido del Cantábrico y dejando
que a sus pies se redondee la primorosa concha de la bahía y se dilate
el gentil semicírculo del caserío coruñés, bando de palomas blancas,
cada año más numeroso" (557).
Por eso, entre los numerosos exvotos que, desde que no se guarda
memoria, se conservan en el santuario, los que más abundaban eran los
consagrados por las sencillas y devotas gentes del mar a quienes la
intercesión milagrosa de la Santa Imagen, invocada en horas de peligro,
llevó sanos y salvos a sus hogares. Hoy han sido retirados, y si por
razón de estética ha ganado la seriedad del templo, parece, en cambio,
que algo falta en tan sagrado lugar, pues aquellos piadosos y sencillos
recuerdos eran el testimonio de gratitud y adoración de almas nobles y
piadosas. Así lo reconoce el sentimiento del pueblo, cuyo es el
siguiente cantar:
A Virxe de Pastoriza
ten un navío do mar:
¿quén llo deu? ¿quén llo daría?
¡quén llo deu puidollo dar!
Hállase el santuario en la falda N. del macizo de Suevos
que corre de E. a O. hacia el mar y que divide el ayuntamiento de
Arteixo del de Coruña-Oza. Fuente de perenne devoción desde los más
antiguos tiempos y ante el que muchos devotos llegaban con los pies
deshechos por asentarlos desnudos en las asperezas del camino, si hoy,
por la crisis que atraviesan la fe y las creencias religiosas, no son
tan frecuentes los peregrinos con sus pintorescos hábitos, ni se ve a
los humildes marineros cruzar el camino descalzos y llenando sobre sus
hombros el mástil de la embarcación destrozado por el rayo o tronchado
por el huracán, es sin embargo aún crecidísimo el número de los que
acuden a dar gracias a la milagrosa imagen por los favores recibidos, y
es frecuente encontrar a los devotos dando las tradicionales tres, siete
o nueve vueltas de rodillas alrededor del atrio antes de penetrar en el
templo, cuyas puertas no se cierran en todo el transcurso del sol.
Nada sabemos del origen del santuario. Presúmese que como en
tantos otros sitios donde el paganismo tenía sus altares, y así parecen
indicarlo los peñascos que forman lo que en un alto inmediato se conoce
por Berce da Virxe (Cuna de la Virgen), el cristiano levantó sus
templos. Al tiempo en que los suevos se convirtieron a la verdadera fe
atribuyen algunos el primitivo santuario. Bien en la invasión normanda
de 968 o en la de Almanzor de 997, la ermita fué destruída; pero antes
la piedad de algún fiel tuvo ocasión de ocultar la sagrada imagen en la Cuna de la Virgen,
donde hallada después de pasado el temor a nuevas invasiones (558),
ocupó nuevamente sus altares; pero convertida ya la rústica y sencilla
ermita en severo templo románico.
Sábese a punto cierto que su anejo San Tirso de Oseiro existía ya
en el siglo IX, y como la iglesia principal debía precederle en
antigüedad, de ahí que sean verosímiles las deducciones que se hacen
(559). El documento más antiguo que hemos visto y en que aparece citado
el nombre de Pastoriza, es una donación de San Rosendo, siglo X, en que
habla de la villa e iglesia de Pastoriza, en tierra de Faro.
No se libró la iglesia de Pastoriza de la saña del derrotado inglés
ante los muros de la Coruña en 1589. Tuvo entonces lugar "el milagro
del Drake" y que nos hace conocer un lienzo que se conserva en el
santuario con la siguiente leyenda:
"Cuando el Draque vino a sitiar a la Coruña en el año 1589, unos
soldados herejes sacaron la santa virgen de la iglesia y la arrojaron
allí cerca de la fuente y le rompieron de un hachazo la cabeza,
dividiéndola del pescuezo, mas luego, milagrosamente, se volvió a
colocar y unir como estaba antes" (560).
Nos hace saber la tradición que, espantada y atemorizada la
desenfrenada soldadesca ante tal milagro, huyó sin causar el menor daño
en aquel lugar.
Al ser restaurada, mejor dicho reedificada, la iglesia a fines del
siglo XVII por la piedad de un vecino de la Coruña, don Juan del Río
(561), diose al templo la arquitectura dórica; pero al mismo tiempo y
con la mejor buena fe del mundo dispuso que se introdujesen en la imagen
de la Virgen modificaciones para que quedase "con mayor perfección y
según las imágenes de estos tiempos". ¡Piadosísima y santa intención,
pero atentado enorme contra el arte! Así desapareció la primitiva
efigie, "que era de talla de fábrica muy antigua, sentada en una silla,
toda de una pieza, cuyos brazos de la silla llegaban a la cintura (562).
Reformose toda la imagen, deshaciéndole los brazos de la silla y de
cintura abajo, dejándola como está hoy; pero posteriormente se hicieron
nuevas la cabeza, manos, niño, rostrillo y corona, por lo que de la
antigua sólo resta algún trozo en la armazón del cuerpo.
Mas ha algunos años, por el 1880 y tantos, el que fué su párroco
señor Cortiella, a quien se debe un gran número de importantes reformas
en la iglesia, encontró en un viejo arcón de las tribunas, olvidada y
cubierta de polvo, la cabeza de una imagen, segada a cercén, que
conserva la belleza germánica, de correctas facciones, color fresco y
blanco, y de cabello en ondas y dorado. Es del mismo tamaño que la
cabeza actual de la Virgen y todo hace creer que sea la primitiva (563).
Esta cabeza tiene también su leyenda. Un marino coruñés creyó,
obsesionado por su fe, poder librarse de los peligros del mar si llevaba
consigo la sagrada imagen de Pastoriza. Puesto a discurrir, ya que no
la imagen entera, que lo delataría, quiso poseer su cabeza. De acuerdo
con el sacristán consumose la mutilación, sustituyéndose la robada por
una nueva, que dicen es la actual. La Virgen esta vez, sin duda por el
piadoso fin que guiaba a su raptor, que conocía el cantar
A Virxe de Pastoriza
que si se leva na barca
alá no meio do mar
todal-as augoas aparta,
no repitió el milagro del Draque (564). Bien pronto notose la
suplentación. El sacristán fué condenado y el marino obligado a
restituir. Sin embargo, no volvió la cabeza a su sitio y se olvidó
arrinconada. Esta leyenda puede enlazarse con la que de la imagen
conserva las huellas de la decapitación por los soldados del pirata
inglés. Créese que la cabeza actual es obra del famoso Ferreiro, y nada
tiene de particular, más diremos, es verosímil que la primitiva se
guardase cuando se dejó la Virgen en su definitivo estado.
En la reedificación de la iglesia tuvo el acuerdo el buen del Río
de conservar un tímpano de la puerta principal de la antigua (565). El
tímpano representa a la Santísima Virgen sentada en una silla, con "un
letrero muy antiguo que por serlo tanto no hubo quien lo supiese leer y
por unos guarismos que tiene parece fuese el año de cuatrocientos y
noventa y uno, cuya imagen con dicho letrero y un serafín que le hizo de
nuevo con sus cantorchas se puso sobre la puerta traviesa de la iglesia
nueva".
Más dispuso del Río: que a dicha imagen, el maestro cantero Domingo Pérez la ha de limpiar y escodar para que denote su mucha antigüedad, contrasentido que no nos explicamos, porque de esa limpia y escoda tenía que resultar desapareciese ese mismo carácter que se le quería conservar. La imagen es románica; aparece sentada, empuña un cetro y tiene sostenido al niño con la mano izquierda.
Sobre la fecha a que pueda pertenecer esta imagen se han hecho mil conjeturas. Alguno, basado en lo que dice de 491, la supone del tiempo de los suevos. Ciertamente es anterior a la inscripción, pues el carácter de los tipos de esta no permiten colocarla más allá del siglo XIV y por consiguiente deben referirse a alguna restauración, pero nada puede asegurarse a ciencia cierta.
La Virgen que corona la "Cuna", y cuya erección se debe a la iniciativa y donación de un distinguido coruñés, don Álvaro de Torres Taboada, tiene dos metros de alto y es de blanco y compacto granito. El modesto artista, un simple cantero, de apellido Couto, natural de Ponteareas (Pontevedra), supo dar a la imagen toda la placidez y hermosura de las vírgenes medioevales. Así se dotó al celebrado santuario de un monumento original y poético, que perpetúa la devoción hacia la Madre de Dios y hacia la que es su guía, consuelo y esperanza de los mortales.
El templo es en la fachada de estilo dórico, adornado con estatuas no exentas de mérito. Consta de una sola nave y con capillas laterales. El suelo está embaldosado de mármol y en los altares hay buenas esculturas (566). Es espacioso y está sumamente cuidado y atendido. Es muy visitado, especialmente por los coruñeses, y son en gran número las ofertas que se hacen a tan milagrosa imagen. De la provincia y de las limítrofes acuden en gran número los romeros en todo tiempo, pero más especialmente en las solemnes funciones de las Pascuas y en la llamada de San Miguel, el 29 de Septiembre.
No es aún tan grande la indifirencia de las almas en estos tiempos, ni está la vida tan exenta de tristezas y amarguras, para que hayan podido borrarse por completo del corazón humano aquellas recónditas esperanzas que depositan los espíritus en sus horas de desaliento ante un divino poder del que todo lo esperan y en el que confían.
El Castro de Pastoriza.- Es donde se alza la estatua de piedra de la Virgen, y el conglomerado de enormes piedras en que se asienta pretenden fué un altar druídico. Ni lo afirmamos ni lo negamos: pero lo que sí parece haber sido, por ofrecer todos los caracteres, es un dolmen derruído lo que se conoce por "Cuna de la Virgen". El Castro debió tener gran importancia por su situación y lo extenso del terreno y costa que domina. Que la localidad tuvo gran importancia en edad antiquísima lo prueba que por ella pasaba la vía romana que por la costa venía a la actual Coruña. Merece ser explorado.
El panorama que desde esta altura se contempla difícilmente puede olvidarse. Ya desde el emplazamiento de la iglesia es amplísimo el horizonte, pero adquiere más majestad en donde se encuentra la imagen y sobre todo al ascender a otro conglomerado de rocas que corona una cruz de madera y se adelanta por la planicie del monte para llegar a dominarse el Océano.
Lo elevado del sitio, unos 400 metros sobre el mar, permite la visión de la costa en todo el inmenso arco que se formar desde el San Adrián, que tiene a su frente las islas Sisargas, hasta el Cabo Prioiro, destacándose en admirable recorte los accidentes del litoral del grandioso seno que los antiguos denominaron Portus magnus Artabrorum. A la falda del monte vese extenso valle, en el que surgen entre los sembrados los pueblecitos de Suevos, Oseiro y Bens y otros lugares. Blanquean los arenales de Barrañán, Alba, Sabón y el de Bens, mientras en la lejanía irradian la luz solar las restantes de la dilatada costa y en ellas mueren dulcemente las ondas en los días de calma, en que la inmensidad del mar semeja espléndido lago, o deshacen sus furores en las más desatadas tempestades.
Vueltos los ojos hacia la parte de tierra, sorpréndese la vista con la gran extensión que abarca el horizonte, cuya línea va a morir en tierras de Puentedeume, donde se recorta en el fondo azul del cielo la obscura silueta del Castillo de los Andrade. Alegran y dan vida a tan encantadora visión los caseríos que esmaltan los sembrados o escalan las alturas que los dominan, y por entre cuyos angostos pasos nos ofrecen su perspectiva nuevos valles, mientras que reluce cual cinta de plata que se esfuma serpenteando entre la esmeralda de los campos la carretera bordeada de pueblecitos y que a veces se oculta entre las sinusidades del quebrado suelo.
El nombre de Pastoriza no proviene, como insinúa alguien, de pastorcita, si no albergue de pastores, que eso significa el vocablo, como abellariza, colmena. Puede también venir de pasturar, apacentar.
Más dispuso del Río: que a dicha imagen, el maestro cantero Domingo Pérez la ha de limpiar y escodar para que denote su mucha antigüedad, contrasentido que no nos explicamos, porque de esa limpia y escoda tenía que resultar desapareciese ese mismo carácter que se le quería conservar. La imagen es románica; aparece sentada, empuña un cetro y tiene sostenido al niño con la mano izquierda.
Sobre la fecha a que pueda pertenecer esta imagen se han hecho mil conjeturas. Alguno, basado en lo que dice de 491, la supone del tiempo de los suevos. Ciertamente es anterior a la inscripción, pues el carácter de los tipos de esta no permiten colocarla más allá del siglo XIV y por consiguiente deben referirse a alguna restauración, pero nada puede asegurarse a ciencia cierta.
La Virgen que corona la "Cuna", y cuya erección se debe a la iniciativa y donación de un distinguido coruñés, don Álvaro de Torres Taboada, tiene dos metros de alto y es de blanco y compacto granito. El modesto artista, un simple cantero, de apellido Couto, natural de Ponteareas (Pontevedra), supo dar a la imagen toda la placidez y hermosura de las vírgenes medioevales. Así se dotó al celebrado santuario de un monumento original y poético, que perpetúa la devoción hacia la Madre de Dios y hacia la que es su guía, consuelo y esperanza de los mortales.
El templo es en la fachada de estilo dórico, adornado con estatuas no exentas de mérito. Consta de una sola nave y con capillas laterales. El suelo está embaldosado de mármol y en los altares hay buenas esculturas (566). Es espacioso y está sumamente cuidado y atendido. Es muy visitado, especialmente por los coruñeses, y son en gran número las ofertas que se hacen a tan milagrosa imagen. De la provincia y de las limítrofes acuden en gran número los romeros en todo tiempo, pero más especialmente en las solemnes funciones de las Pascuas y en la llamada de San Miguel, el 29 de Septiembre.
No es aún tan grande la indifirencia de las almas en estos tiempos, ni está la vida tan exenta de tristezas y amarguras, para que hayan podido borrarse por completo del corazón humano aquellas recónditas esperanzas que depositan los espíritus en sus horas de desaliento ante un divino poder del que todo lo esperan y en el que confían.
El Castro de Pastoriza.- Es donde se alza la estatua de piedra de la Virgen, y el conglomerado de enormes piedras en que se asienta pretenden fué un altar druídico. Ni lo afirmamos ni lo negamos: pero lo que sí parece haber sido, por ofrecer todos los caracteres, es un dolmen derruído lo que se conoce por "Cuna de la Virgen". El Castro debió tener gran importancia por su situación y lo extenso del terreno y costa que domina. Que la localidad tuvo gran importancia en edad antiquísima lo prueba que por ella pasaba la vía romana que por la costa venía a la actual Coruña. Merece ser explorado.
El panorama que desde esta altura se contempla difícilmente puede olvidarse. Ya desde el emplazamiento de la iglesia es amplísimo el horizonte, pero adquiere más majestad en donde se encuentra la imagen y sobre todo al ascender a otro conglomerado de rocas que corona una cruz de madera y se adelanta por la planicie del monte para llegar a dominarse el Océano.
Lo elevado del sitio, unos 400 metros sobre el mar, permite la visión de la costa en todo el inmenso arco que se formar desde el San Adrián, que tiene a su frente las islas Sisargas, hasta el Cabo Prioiro, destacándose en admirable recorte los accidentes del litoral del grandioso seno que los antiguos denominaron Portus magnus Artabrorum. A la falda del monte vese extenso valle, en el que surgen entre los sembrados los pueblecitos de Suevos, Oseiro y Bens y otros lugares. Blanquean los arenales de Barrañán, Alba, Sabón y el de Bens, mientras en la lejanía irradian la luz solar las restantes de la dilatada costa y en ellas mueren dulcemente las ondas en los días de calma, en que la inmensidad del mar semeja espléndido lago, o deshacen sus furores en las más desatadas tempestades.
Vueltos los ojos hacia la parte de tierra, sorpréndese la vista con la gran extensión que abarca el horizonte, cuya línea va a morir en tierras de Puentedeume, donde se recorta en el fondo azul del cielo la obscura silueta del Castillo de los Andrade. Alegran y dan vida a tan encantadora visión los caseríos que esmaltan los sembrados o escalan las alturas que los dominan, y por entre cuyos angostos pasos nos ofrecen su perspectiva nuevos valles, mientras que reluce cual cinta de plata que se esfuma serpenteando entre la esmeralda de los campos la carretera bordeada de pueblecitos y que a veces se oculta entre las sinusidades del quebrado suelo.
El nombre de Pastoriza no proviene, como insinúa alguien, de pastorcita, si no albergue de pastores, que eso significa el vocablo, como abellariza, colmena. Puede también venir de pasturar, apacentar.
_____
(557) Emilia Pardo Bazán: La leyenda de la Pastoriza (Coruña, 1887).
(558) Por ella suelen aventurarse a pasar, aun cuando trabajosamente, algunos devotos. En la piedra hay la inscripción:
+
En esta Piedra
Por avajo B es don
de Parecio S. R.
(559) La última anexión data de 1630; pero hubo otra anterior de tiempo inmemorial que subsistía aún en 1571.
(560) Nos han contado piadosos y creyentes vecinos que en el cuello de
la imagen quedó la huella de la decapitación. No es fácil de comprobar
habiendo desaparecido la primitiva y la que tiene es efecto del cambio
de cabeza.
(561) Estos, señores que fueron de Suevos, tienen su sepultura en la capilla de San José.
(562) Escritura otorgada por el reedificador de la capilla en 1692.
(563) Es un buen ejemplar de estilo bizantino; perso según los
inteligentes no puede pasar su antigüedad más allá del siglo XIII.
(564) Repútase como debido a la santa protección de la Virgen el que no
hubiera acaecido desgracia alguna con la caída de un rayo en la iglesia,
estando ésta llena de devotos. Tuvo lugar el hecho en el siglo XIX.
(565) Hay quien supone que el templo reedificado no fué el primitivo,
porque en un reconocimiento del mismo, al mencionar la portada se dice,
según don Antonio de la Iglesia, Estudios arqueológicos: Nuestra Señora de Pastoriza,
que "es su hechura a lo antiguo de "Canteira tosca", es decir, sin
molduras ni apenas labrarse, lo que por lo revelado de este dintel no
sucedía así en otra anterior o primitiva puerta". La inscripción del
tímpano la transcribe el señor de la Iglesia como sigue:
ANV CCCCL XXXXI
IERD SNTBESENDO
PERO MIROEXISTO
RIGSO
que deshechas las abreviaturas debe leerse: "In anno queadragentesimo
nonagesimo primo in aera, diae Sanctae Virginis Endoperatore obsequente
miraculo eo: Christo Regsciario". (En el año cuatrocientos noventa y uno
de la era de César en día de la Santísima Virgen dedicada por el
Emperador rendido a este milagro, Resciario Príncipe). Supone el tímpano
el señor de la Iglesia del siglo XI o XII; pero nos lo hace dudar el
que apunta algo la ojiva. Creemos la lectura dudosa, pues por su mal
estado pudo omitirse alguna letra de la fecha.
(566) Las antiguas y mediocres imágenes adornan hoy, coronándolos, los confesionarios.
(566) Las antiguas y mediocres imágenes adornan hoy, coronándolos, los confesionarios.
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