mércores, 30 de setembro de 2020

A DESCRICIÓN QUE REALIZOU PICADILLO EN 1918 DOS BALNEARIOS DE ARTEIXO E DE SORRIZO (AS COVADAS)

VERANEO PINTORESCO. EL BALNEARIO DE AS COVADAS

(Publicado en El Orzán, o 12 de xullo de 1918)

Ha llegado la época de combatir las dolencias y alifafes invernales, y mientras unos abandonan las poblaciones en busca de tantos o cuantos metros sobre el nivel del mar y otros procuran el alivio a sus males buscando los lugares retirados en donde crecen los pinos y los eucaliptos, muchos, los más, refrescan la parte física introduciéndola en el mar y otros se distribuyen por los balnearios tratando de dar al cuerpo el sulfuro, el sodio o el cloruro de que está necesitado.

Las gentes ricas suelen ir a los balnearios, no a procurarse un efecto medicinal sino a pasar unos días de descanso y de tranquilidad y sobre todo buscar un cambio de ambiente o acaso un pretexto para lucirse y derrochar dinero. Pero a parte de estos balnearios de lujo y refinamiento, hay otros muy buenos y prácticos donde también se pasa el rato muy agradablemente. Arteixo, por ejemplo, hoy con su buen hotel y su balneario montado a la moderna, fue hasta hace poco modelo de uno de estos balnearios que pudiéramos llamar de confianza.

Imaxe antiga do Balneario de Arteixo
   Existía una casucha de planta baja en donde estaban instaladas las pilas; una casa vieja que llevaba el nombre de fonda y después a ambos lados de una alameda de árboles añosos una porción de casuchas de planta baja y sin división de ninguna índole con nombre propio cada una, la Gloria, el Circo, la Pequeñita, etc., etc. Cada una de estas casas se alquilaban por unas pesetas a una familia, por regla general de A Coruña o de Ferrol y llegada la época de bañarse allá aparecía procedida de un carro conductor de una mesa, unas sillas y unos catres, colchones, ropas, unos cuantos chismes de cocina, un hornillo y unas docenas de varas de cretona. Con esta cretona se dividía la casa en tres partes. Una se destinaba a cocina y habitación de la cocinera, otra a dormitorio de los señores varones y despacho y otra a dormitorio de las señoras hembras y comedor.

Ya está la familia instalada. Por las mañanas adquiere en el mercado que se forma en la alameda los víveres necesarios, se va luego al baño y el resto del día se pasa en la alameda en donde el “crochet”, la puntilla de Camariñas y el zurzido campan por sus respetos entre las señoras, mientras los caballeros juegan a la rana, a la llave o a los bolos. Muchas veces a la señora, que está en la Gloria, le hace falta un huevo y allá sale la criada disparada a la señora del Circo:

De parte de mi señorita, si le hace el favor de un huevo para envolver el bisté del señor que mañana se lo devolveré.

Tome y dígale que aún me quedan tres más y si los necesita…

Otras veces a la señora del Circo le llega una visita por la tarde y entonces sale la menegilda del Circo para la Gloria.

De parte de mi señora si me hace el favor del vaso fino grande que nos llegó don Fulano y quiere tomar un vaso de leche.

En estos establecimientos no falta nunca un señor ya viejo, de buen humor, que es el que trae en bolina a todas las señoritas de la colonia. El señor es el encargado de organizar la gira a la playa cercana o al pico de Santa Locaia; de recaudar por rigurosa escote las pesetas necesarias para la comida campestre o para el paseo en burro. Algunas noches se disfraza de fantasma y les da un susto mayúsculo a las tres señoras de Ferrol que viven en la casita pequeña; otras, vestido de bruja y armado de vela de cera, entra en la Gloria; algunas mañanas al salir del baño obsequia con un caramelo de acíbar a una rubita romántica de cerca de Sada. En fin, que allí no se da un paso sin contar con él. Cuando acaba la temporada se va, es despedido casi con lágrimas y el balneario queda sin sombra hasta que surge otro nuevo señor que haga los mismos o parecidos chistes.

Pero todo eso ha desaparecido. Desde que Arteixo tiene su buen hotel, la mayor parte de aquellas casas han sido demolidas y hoy ya hay que vestirse, ya se baja a la mesa al toque de campana y ya se toca el timbre de la habitación para llamar a un criado.

Tanto de los balnearios de primer orden como de estos otros que acabo de describiros, tenéis todos mis lectores una noción más o menos aproximada. Lo que no conocéis, seguramente, son otros balnearios aldeanos que tienen por regla general su asiento en los lugares próximos a las playas. Aquí, a media legua de distancia aproximadamente del Pazo de Anzobre, existen tres o cuatro de estas instalaciones. Habré de describiros una y como esta son todas las demás.

Pazo das Covadas
   As Covadas, que así se llama el balneario de mi historia, sienta sus reales en la parroquia de San Pedro de Sorrizo, a unas docenas de metros de la playa que lleva su nombre. El dueño del establecimiento balneario es un labrador y vecino de la referida parroquia. La casa donde habita, que es una casa de labranza, se transforma como por encanto en cuanto llega el mes de Julio. Un carpintero del país ha hecho de pino media docena de cajones semejantes a la mitad de una caja de muerto, que llegado el caso se han distribuido en el sobrado, en la cuadra, en la bodega del hórreo y en el cuarto del alpendre.

Viene el “manciñeiro” y le receta a un cristiano o cristiana baños calientes. Sale el bañista de su casa armado de cesta en la cual van patatas, habas, alguna carne de cerdo, unto y huevos, y un chisme, pota o tartera, para condimentar todo esto. Llega al balneario, toma su habitación que le cuesta un real; por dos reales más, el propietario del establecimiento le media de agua del mar caliente uno de aquellos ataúdes; allí se sumerge el bañista hasta que le parece bien y una vez seco y vestido requiere de la cesta lo necesario para condimentar su comida.

A los siete baños justos se acaba la temporada. Se friega la olla en debida forma, vuelve a la cesta con las vituallas sobrantes, y abonados los veintiún reales de gasto, vuelve el bañista para su casa con la consigna de no salir al sol sin paraguas ni andar al relente, pues podría cortarse la dieta.

Excusado es decir que el agua, mientras no se enfría, va sirviendo para los diferentes clientes del balneario, pues aunque en el mar la hay abundante, cuesta trabajo acarrearla en el bocoy y cuesta dinero el calentarla por los precios que tiene la leña.

El balneario de As Covadas goza de una gran fama y a juzgar por las gentes que a él concurren, debe ser de los mejores de su clase.

Pero sea como quiera, las gentes hoy no se bañan porque no les da la gana, porque con veintiún reales y una cesta medianamente repleta puede uno darse el postín de pasar en un balneario parte de la temporada veraniega.

 

PICADILLO

 

Portada do libro Antoloxía das Confidencias de Picadillo

     Este é un dos 158 capítulos que conforman o libro Antoloxía das Confidencias de Picadillo, no cal rescatamos o Picadillo máis descoñecido, o Picadillo xornalista, desde a sección “Confidencias”, na que escribiu entre os anos 1902 e 1918 nos xornais El Noroeste e El Orzán, relatando algúns dos seus avatares cotiáns que lle aconteceron tanto na cidade da Coruña como no concello de Arteixo e noutros puntos da xeografía galega e española.

    Anécdotas sobre o mundo da música, da moda, dos transportes da época, da súa vida familiar, dos seus animais domésticos, de viaxes como a realizada a finais de 1909 a Hamburgo para levar a cabo un réxime de adelgazamento, de romarías e dun sen fin de curiosidades máis, narradas todas elas con moito, moito humor, tédelas ao voso dispor nesta Antoloxía das Confidencias de Picadillo que autoeditamos no 2018 con motivo do centenario do falecemento deste grande persoeiro.


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