venres, 30 de novembro de 2018

MITOS E LENDAS MARIÑAS DA VIRXE DE PASTORIZA

Na sancristía do Santuario de Pastoriza consérvanse uns exvotos (cadros, placas ou obxectos con algunha inscrición colocados nas igrexas en lembranza dun beneficio recibido) moi antigos de historias do mar, exvotos que amablemente nos mostrou en varias ocasións o párroco don José Vázquez Landeira. Pois ben, ningún deles fai mención do litoral arteixán mais, polo gran valor histórico e patrimonial que teñen, é unha obriga incluílos nesta bitácora, como tamén o é mencionar outras lendas de mar que moito teñen que ver coa Virxe de Pastoriza e que xa aparecen recollidas nas obras La leyenda de la Pastoriza, escrita por Emilia Pardo Bazán en 1887, e El Santuario de Nuestra Señora de Pastoriza, publicado por Manuel Lucas Álvarez en 1951.

Muy grande es la devoción á este antiquísimo Santuario, y fuerza es decirlo, el hielo de la indiferencia contemporánea no ha enfriado un punto la atmósfera de la Pastoriza”, escribía a condesa de Pardo Bazán en La leyenda de Pastoriza, ao que acrecentaba:
 
La gente artesana y humilde de la Coruña le profesa cariño especial; y sobre todo, las operarias de la Fábrica de tabacos se pierden por su Virgen muy amada. Después de los coruñeses, siguen en veneración y afluencia al Santuario los habitantes de Betanzos y Puentedeume, de la Mariña toda, de la bravía comarca de Bergantiños, del Ferrol, Santa Marta y Cedeira; y desde que corre tren directo de Madrid á la Coruña, el numero de los devotos se ha reforzado con muchos de la provincia de Lugo y León, y hasta con la gente cortesana que baja á bañarse á las playas gallegas y se lleva en memoria la fotografía de la Virgen, su escapulario ó su medalla”.

Segundo a lenda da Pardo Bazán, a orixe do Santuario data do ano 453, indicando tamén no relato que a ermida da Pastoriza sería o primeiro santuario mariano do occidente peninsular, onde por orde do rei suevo Rekiario, que fora convertido polo bispo de Braga ao catolicismo, renderíase culto á Virxe.

A pequena igrexa sufriría ao longo da historia numerosas agresións, como a do ano 968, cando arribaron no litoral galego as naves normandas comandadas por Gunderedo, ou a de 997, a mans dos sarracenos de Almanzor. A imaxe da Virxe, non obstante, sobreviría grazas a uns cristiáns que a esconderan para evitar que fose destruída ou roubada polos invasores. A súa pista perderíase por moito tempo, ata que un día unha rapariga que andaba pastando as vacas viu unha estrela relucente enriba dunha morea de pedras, na parte alta do monte. Aquela visión da estrela repetiuse e daquela, a nena contoulle aos veciños como se lle tiña aparecido diferentes veces. Isto deu pé a que se remexesen as pedras de todos os penedos que no monte había amoreados, ata que nun deles, nun buraco existente debaixo dunha pedra grande, que desde entón foi chamado como “O berce da Virxe”, descubriuse a imaxe que tantos anos levaba agachada. A partir dese momento, nese buraco existente debaixo da gran pedra, onde está asentada a estatua da Virxe feita en 1887 en granito polo mestre canteiro de Ponteareas José Couto, é por onde habían de pasar miles e miles de peregrinos para se liberar do pecado ou curar certas doenzas.

Outra das lendas populares da Virxe é a que fai mención do corsario inglés Drake, que aparecía conmemorada nun lenzo pintado existente na igrexa (hoxe desaparecido) que dicía:

Cuando el Draque vino á sitiar á la Coruña en el año 1589, unos soldados herejes sacaron la Santa Imagen de la iglesia y la arrojaron allí cerca de la fuente y le rompieron de un hachazo la cabeza, dividiéndola del pescuezo; mas luego, milagrosamente, se volvió á colocar y unir como estaba antes”.
A tradición di que os soldados ingleses, espantados polo prodixio do que foran testemuñas, fuxiron sen roubar, sen incendiar e sen facer dano ningún en Pastoriza.

Entrando xa na relación que garda a Virxe co mundo do mar, hai un feito que segundo indica Manuel Lucas Alvarez no traballo que publicou en 1951, ten todos os caracteres dunha devoción popular que resulta case idolátrica. Trátase do capitán dun barco da matrícula da Coruña que, no comezo do século XIX, sentía tal devoción pola Virxe de Pastoriza que chegou a ter verdadeira paixón e desexo de posuíla unicamente para si propio e deste xeito levala no seu navío para que o defendese de todos os perigos. Emilia Pardo Bazán escribía en La leyenda de la Pastoriza:

¡Cuántas veces, al desafiar las cóleras del Océano, al evitar el banco de arena, la peligrosa sirte, el escollo oculto pérfidamente bajo la planicie del agua, al sentirse aplacarse el huracán que por minutos hacía zozobrar la embarcación, al regresar sano y salvo á la bahía coruñesa, vería con la imaginación la Estrella del mar, cuya sonrisa conjuraba la tormenta y guiaba la nave al puerto! ¡Cuántas veces habría pensado en noches de cerrazón y niebla, en horas de riesgo inminente, que quién llevase consigo á bordo tan precioso talismán, no debía temer siniestros ni naufragios!
Con tal ahinco se le clavó en el alma el deseo, que llegó á perder sueño, apetito y reposo, y á caer en profunda pasión de ánimo y melancolía entera. Incapaz ya de luchar con su idea fija, se dió á arbitrar un medio, legal ó ilegal, de realizarla. Difícil sinó imposible era apoderarse de toda imagen, sin ocasionar un alboroto en el país y que se descubriese al punto el autor del atentado; pero al menos la faz, la divina faz, discurrió el capitán que lograría poseerla valiéndose de una superchería, y descargando un atrevido golpe. Sobornó al sacristán con doscientos pesos para él y una cabeza nueva para ocultar el atentado, y el sacristán se avino á repetir, con mejor éxito, la profanación de los soldados ingleses, cortando la cabeza á la Virgen, que esta vez, sin duda en consideración á la fe sencilla y ardiente que impulsaba á quién dispuso aquella profanación, se dejó degollar. Y de noche, furtivamente, el marino escondió la cabeza bajo la capa, y huyó loco de júbilo, estrechando contra su corazón el tesoro.
Aunque contaba el párroco del Santuario muy avanzada edad, notó la sustitución de la cabeza, sea por observaciones propias ó por que se lo advirtiese algún devoto perspicaz. Breve fué la dicha del raptor: instruyéronse diligencias judiciales en averiguación del delito, que el sacristán pagó en la cárcel, y el marino siendo obligado por sentencia á restituir la prenda sustraída.
Tal es la leyenda más reciente de Nuestra Señora de Pastoriza. A alguien se le ocurrirá preguntar cómo, después de recobrada la primitiva cabeza, en vez de colocarla de nuevo sobre los hombros de la imagen, según parece que reclamaban de consuno la piedad, el respeto y hasta el ejemplo, la relegaron al arcón apolillado y dejaron perseverar el fraude del raptor, conservando y venerando la nueva? A mí por lo menos no deja de darme en qué cavilar el caso. Unicamente me lo explico por razones análogas á las que alega en su escritura don Juan del Río para descuartizar la imagen vieja. Tal vez les parecería á los encargados del Santuario que la cabeza nueva -sobre todo si es en realidad obra de Ferreiro- le llevaba muchos quilates de ventaja á la antigua en mérito y hermosura y que, descubierto ya el ardid y castigado el desacato, convenía respetar, en lo demás, los hechos consumados.
Sea como quiera, por estar bastante frescos estos sucesos, puede ser que no falte en la Coruña quién tenga de ellos más minuciosos pormenores; y si es así, le agradeceré que me los comunique, para que las nuevas ediciones de este librito salgan enriquecidas con datos más exactos.

Outro exemplo da devoción que a xente do mar sentía pola Virxe de Pastoriza son as seguintes cantigas:


A Virxe de Pastoriza
que si se leva na barca
alá no medio do mar
tódalas augas aparta.

Reina y madre milagrosa
mi Virgen de Pastoriza.
Tú, que por los navegantes
velas de noche y de día.
Ampárame! Sé mi norte
en los mares de la vida
y al puerto de eterna calma
lleva mi pobre barquilla.

Allí van desde la dama
joven, delicada y tímida,
descalzos los pies de nácar
que en la arena se lastiman.
Hasta el rudo marinero
que en la tempestad bravía
se encomendó a su patrona
la Virgen de Pastoriza.


Tampouco queremos pasar por alto un artigo que aparece asinado por Antonio de San Martín, publicado en El periódico para todos do día 10 de febreiro de 1874, que narra o seguinte:

La última vez que estuve en Pastoriza presencié un espectáculo conmovedor.
Eran las diez de la mañana, y un sol de primavera vertía sobre la tierra sus tibios rayos.
Los laboriosos campesinos se entregaban en el campo a sus faenas; los rebaños pacían las verdes y lozanas yerbas; la brisa perfumada de la montaña agitaba las copas de los árboles, ya cubiertos de brillante follaje, y era todo paz y dulce sosiego en aquellos apartados lugares, en donde la naturaleza convidaba a la meditación.
Yo me hallaba cercano al camino real que desde la Coruña conduce a Pastoriza, y allá a lo lejos, por aquel camino que parecía una ancha cinta de plata, extendida entre verdes plantaciones y agrupados caseríos, ví llegar una extraña procesión que se iba aproximando lentamente.
Cuando estuvo cerca de mi, observé que la componían doce o catorce marineros de atezados rostros.
Aquellos hombres iban cantando la letanía, llevaban los pies descalzos y soportaban sobre sus robustos hombros el peso del palo mayor de un buque.
Pocos días antes, al cruzar en frente del cabo de Ortegal, y durante una noche de horrible tempestad, un rayo había partido aquel palo.
Viéndose perdidos los marineros, pues el buque se iba sobre la costa, sin que sus desesperados esfuerzos pudiese evitarlo, invocaron el nombre de la Virgen de Pastoriza con religioso fervor.
Una hora más tarde, la tempestad había calmado sus furores, y la pobre embarcación lograba alejarse del peligro que la amenazaba.
El palo tronchado por el rayo, había quedado sobre cubierta, y los marineros prometieron solemnemente llevarlo en hombros hasta el Santuario de Pastoriza, en acción de gracias por haberse librado de un peligro tan grande.
Aquel palo, en el cual el fuego del cielo ha dejado profundas y negras señales, fue colocado en lo más alto de la bóveda del templo, del cual cuelga pendiente de dos fuertes abrazaderas de hierro.
Na época na que Antonio de San Martín narraba os feitos anteriores, a devoción que a xente do mar lle profesaba á Virxe de Pastoriza era de tal magnitude que para comprendela abondaba con entrar na igrexa e ollar para as súas paredes, como así o relataba Emilia Pardo Bazán en La leyenda de la Pastoriza:


Los muros están entapizados de cuadritos, de marinas ingenuas, que sin duda no merecen figurar en ningún Museo, pero que expresan bien la convición del donatario y su inmensa gratitud. Fieles y exactos y hasta artísticos suelen ser en cambio los retratos ó reducciones de fragatas, queches, goletas, pailebots y balandras que cuelgan por la muralla y por el techo, alternando con largas trenzas de pelo ornadas de un lazo de colores, que acaso crecieron en la cabeza de la novia del marino... 

A escritora galega referíase aos cadros antigos que mencionábamos ao inicio desta crónica e que a continuación, seguindo a orde cronolóxica que marca no seu libro Manuel Lucas Alvarez, debullamos o que aparece nas lendas dos que aínda se conservan na sancristía do Santuario (dos dez cadros existentes dos que informaba Alvarez en 1951, na actualidade quedan oito):

  1. En el Año de 1640. Juan dó Río vecino dela Coruña estando pescando jumto al Puerto de Bens en su Lancha con sus Compañeros, les acometió un Barco de Moros y estando apresados, clamaron por la Virgen de Pastoriza, y milagrosamente se transtornó dicho Barco y fueron cogidos los Moros”.
  1. En el año de 1685. D. Pedro de los Ríos, vecino de la Coruña, nabegando en un Navío de Hereges, por que le han visto rezar el oficio de Nª. Sª. Le querían arojar ala mar, y pidiendo fabor á la Virgen de Pastoriza se turbaron y lo dejaron libre”.
  1. En el año de 1688. pasando de Sada á Puente Heume, una Dorna con dos hombres y una Muger, una honda la trastornó y la muger se fué al hondo, y bolviendo arriva imbocó la Virgen de Pastoriza y luego otra hola la puso derecha la Dorna, y vino asu Yglesia darle las devidas gracias”.
  1. Non aparece ningunha data concreta, mais Lucas indica que foi no século XVII.: “Baltasar Lopez natural de Santiago. Caminando a Roma se embarco en el Mar Oceano, en el qual tubo tres Naufragios con peligro de la Vida, de los que salió libre por haver ymbocado ala Milagrosa Ymagen de Pastoriza”.
  1. En 15 de Febrero de 1711. viniendo una Fragata Ynglesa con los Moros de Fes disparando sobre unos hombres, dando por la popa ala Chalupa, y le han muerto al Maestro de un balazo, y á Francisco Mendez le hirieron el brazo izquierdo del que echaba abundancia de sangre, é imbocando á Nª. Sª. de Pastoriza, libró del peligro”.
  1. En 4 de Marzo de 1746. nabegando Antonio Lopez en el Navio llamado San Vicente desde Cadiz a la Habana, les sobre vino en el canal viexo tan gran tormenta que el Navío dió consigo sobre un peñasco a donde estubieron mas de 16 horas, arrojando al mar la artillería, y mas pertrechos del Navío a causa de haberse abierto al medio, y estando en esta situación apartados a leguas de tierra, imbocaron a Nª. Sª. de Pastoriza y salieron sin peligro”.


  1. El Bergantin Fernardo 7º en el acto de embarranque frente a las Islas de San Blas del Norte América a las 6 ½ de la tarde del 23 de Agosto de 1851 D. Andrés Rodriguez Velo se encontró en dicho buque como pasajero y en eminente peligro, ofreció a la Virgen Nuestra Señora de Pastoriza presentarle este Cuadro dando gracias a Dios por haberle salvado la vida: y le ruega por el descanso eterno de sus compañeros que fueron víctimas”.
  1. A lenda deste cadro, hoxe desaparecido, explicaba a salvación de dous homes que invocaron á Virxe de Pastoriza, despois de sufrir un accidente no vapor “Miño”, en Xibraltar o 29 de marzo de 1856.
  1. Outro dos exvotos desaparecidos. Narraba o salvamento dun navío, no medio do temporal, pola invocación da Virxe, o 7 de xaneiro de 1858.
  1. Hallándose el buque de la Coruña (Juan de la Vega) el 15 de abril de 1875 al desembarque del Canal de la Mancha, sufriendo un temido temporal el capitán González Llañez invocó en aquellos instantes a la Virgen y calmó la tempestad”.

En torno a estos exvotos Manuel Lucas Alvarez publicaba no seu libro editado en 1951 que… “aún hay bastantes cuadros de exvotos, colgados por las paredes de la sacristía a modo de museo de recuerdos, en los que infantiles marinas figuran el salvamento de embarcaciones; infantiles he dicho y llevo razón, pictóricamente hablando: un barco en peligro, unos marineros despavoridos; un cielo amenazador frente a un mar enfurecido, y en lo alto la Virgen Santa iluminando la escena con la esperanza de una segura protección, pero tales marinas están llenas de la unción devota con que las mandó pintar el naufragado y salvado, y la emoción con que fué a depositar su exvoto a los pies de la celestial Señora”.

venres, 23 de novembro de 2018

AS CAMPÁS DO SANTUARIO DE PASTORIZA

Nun dos numerosos ensaios da obra teatral Porlier en Pastoriza aos que asistimos ao longo do verán de 2018, casualmente observamos que nunha das catro campás coas que conta o Santuario, a do campanil da sancristía, podíase ler perfectamente a inscrición “Kurfürst-Hamburg”. Nun primeiro momento pensamos que podía tratarse da campá dun navío alemán afundido no noso litoral e, por iso, non tardamos en contactar con Fernando Patricio Cortizo, bo amigo e auténtico erudito do mundo dos naufraxios que acudiu ao lugar o 29 de setembro, o día que representamos a obra de Porlier no adro do Santuario de Pastoriza.

Campá de coa inscrición "Kurfüst-Hamburg" (Xosé Troiano)
Impresionado polas grandes dimensións da peza de bronce, de case medio metro de circunferencia na súa base, Fernando afirmounos que en moi contadas ocasións os barcos de antano levaban campás tan grandes e, posteriormente, tamén nos admitiu que nos seus arquivos non tiña ningunha información sobre ningún navío nomeado “Kurfüst” que fora construído en Hamburgo. Mais con todo, o historiador apuntounos que a campá de Pastoriza era moi semellante ás utilizadas hai un século nos acorazados da Mariña Imperial alemá e que, ademais, tiñamos que ter en conta que había moitos barcos que cambiaban de donos (navieira) varias veces ao longo da súa “vida” polo que… “puideron irse a pique coa campá orixinal do día da botadura; é dicir, o nome do navío trocaba rebautizado pola nova navieira que o acababa de adquirir, pero a campá non, seguía sendo a orixinal, a do primeiro barco”.

Coas premisas de Fernando Patricio, poucos días despois puxémonos en contacto con Xosé Troiano, grande defensor do noso patrimonio e especialista precisamente do mundo dos sinos de barco que hai nos campanarios das igrexas galegas, un Troiano que recoñecía que era un caso cheo de misterio e que tamén empezaría a indagar de contado sobre a orixe da campá de Pastoriza.

Vapor Kurfüst (Diario de Bergantiños)
Un dos primeiros pasos da investigación de Troiano foi contactar co historiador Rafael Lema, quen publicaría varios artigos na súa páxina web (cronicamaritima.es) e no xornal Diario de Bergantiños para que, nunca mellor dito, “soara a campá” e que algunha persoa aportara novos datos ata o de agora descoñecidos. Na procura de máis informacións, Xosé Troiano tamén contactaría coa Real Liga Naval Española para resolver o misterio da procedencia do sino do campanil da sancristía do Santuario. E sí, a campá empezou a soar pois, a raíz dos artigos de Lema, o historiador coruñés e arqueólogo submarino Miguel San Claudio Santa Cruz, xunto co grupo de investigación portugués “Um mergulho na historia”, aportaron datos e fotos do Kurfüst, o barco do que procede, posiblemente, a campá da que estamos a falar.

O noso protagonista era un moderno navío alemán de 5.645 Tn. de tipo mixto, de carga e pasaxe, que fora construído no ano 1901 en Reiherstiegwerft, Hamburgo. Tiña unhas medidas de 125,2 x 14,7 metros e a súa propulsión, vapor de dobre expansión, facíao acadar os 13,5 nós. O Kurfüst, que navegaba con frecuencia polo noso litoral e que de seguro atracou algunha vez nos principais portos galegos, naufragaría o 5 de maio de 1904 en Sagres, no sur de Portugal, cando facía travesía con carga xeral dende Delagoa Bay (Maputo, Mozambique) a Hamburgo, a cidade alemá na que fora construído facía tan só tres anos.

Clarexada a incógnita da procedencia da campá do campanil da sancristía, agora só nos falta saber como chegou a Pastoriza. Sabemos que moitos campanarios dos templos galegos, de xeito especial os da Costa da Morte, contan con campás de barcos que se foron a pique nas nosas augas e que chegaron aos seus novos destinos ben por donativos de armadores, por compras ou por agradecemento das tarefas de salvamento, ou ben por agasallos dos chatarreiros da zona, coma as campás de Camelle, Arou, Cee… 

Santuario de Pastoriza
Segundo Rafael Lema, todo parece indicar a que, na primeira década do século pasado, unha empresa de desmantelamento coruñesa que participara no rescate dos restos do Kurfüst en Portugal doouna ao Santuario de Pastoriza, unha información que agardamos contrastar próximamente.

Deixamos o campanil da sancristía e situámonos agora diante da fachada do Santuario, unha fachada que está ornamentada con motivos clásicos e que se estrutura en tres corpos independentes que rematan nunha espadana. Esta espadana consta de tres corpos, o primeiro formado por dous grandes arcos de medio punto que descansan sobre piares e onde van dúas campás. No segundo corpo, un arco de medio punto onde se sitúa unha terceira campá. No derradeiro corpo, un pequeno frontón triangular curvo cun oco circular rematado por un pináculo con bóla. 

Pois ben, as tres campás da fachada da igrexa de Pastoriza foron estudiadas exhaustivamente polo amigo Xosé Troiano, quen nos cedeu amablemente o seu traballo inédito para estas Crónicas de Arteixo.

Para describilas, Troiano comeza de arriba abaixo denominando as seguintes partes: a parte superior onde vai situada a coroa «ombreiro» (O); uns centímetros máis abaixo, «terzo» (T), onde se sitúan as inscricións de advocación da campá e o ano da súa fundición; o «medio» (M), normalmente onde se sitúa a cruz e nalgunhas veces a marca do fundidor ou unha gran cita; o «medio pé» (MP), onde tamén vai unha cita ou inscrición na que nos di quen a mandou facer, quen a fixo e onde a fixo. Por último, o «pé» (P), que viría sendo o «voo» da campá e que normalmente vai decorado por un ou varios cordóns e tamén onde se pode colocar a marca de fábrica dalgúns campaneiros.


Campá grande do lado dereito da espadana (Xosé Troiano)
a) Campá grande, lado dereito da espadana.
 
Na dereita sitúase a campá grande cunhas medidas de 94 cm de diámetro e 75 cm de alto interior cun peso de 481 Kg. No “Terzo” (T), ten unha greca e dous cordóns continuando coa inscrición: “JHS MARIA Y JOSE ANO DE 1926”. Pecha esta inscrición con dous cordóns máis. No “Medio” (M) da campá sitúase unha cruz cun pedestal de cinco chanzos, decorada a base de selos con 4 estreliñas. O pao e os brazos decorado igual co pedestal, a base de estrelas. Todo o conxunto, cruz e pedestal vai flanqueado por unha greca igual ca do terzo e a súa vez flanqueado por dous cirios. Un cordón pasa pola parte inferior do pao da cruz. No “Medio Pé” (MP), van dous cordóns continuando coa inscrición: “ESTA SE HIZO SIENDO CURA PARROCO EL LICENCIADO DON CLAUDIO SUAREZ BARROS” e dous cordóns máis. No “Pé (P) sitúase a marca de fábrica coa seguinte lenda: “FABRICADO POR OCAMPO / EN ARCOS DA CONDESA”. 


Campá mediana do lado esquerdo da espadana (Xosé Troiano)
b) Campá mediana, lado esquerdo da espadana.
 
Na esquerda, sitúase a campá mediana cunhas medidas 67 cm de diámetro e 60 cm de alto cun peso de 174 kg de peso. No “Terzo” (T), ten unha greca e dous cordóns continuando coa inscrición: “JHS MARIA DEPASTORIZA (Sic) Y JOSEF”. Pecha esta inscrición con dous cordóns máis. No “Medio” (M) da campá sitúase unha cruz cun pedestal de catro chanzos, decorada a base de selos con 4 estreliñas. O pao e os brazos decorado igual co pedestal, a base de estrelas. Pasan dous cordóns finos pola metade da cruz. No “Medio Pé” (MP), van dous cordóns continuando coa inscrición: “HIZOSE SIENDO RETOR DN MANUEL ROJO DE LOS RIOS ANO DE 1782” e dous cordóns máis. 


Campá pequena da parte superior da espadana (Xosé Troiano)
c) Campá pequena, parte superior da espadana.
 
Na oco superior da espadana sitúase a campá pequena. As súas medidas son un pouco menores ca anterior mais carecemos delas. Esta campá é similar á mediana. No “Terzo” (T), ten unha greca e dous cordóns continuando coa inscrición: “JHS MARIA DE PASTORIZA Y JOSEP”. Pecha esta inscrición con dous cordóns máis. No “Medio” (M) da campá sitúase unha cruz cun pedestal de catro chanzos, decorada a base de selos con 4 estreliñas. O pao e os brazos decorado igual co pedestal, a base de estrelas. Pasan dous cordóns finos pola metade da cruz. No “Medio Pé” (MP), van dous cordóns continuando coa inscrición: “HIZOSE SIENDO RETOR DN MANUEL ROJO DE LOS RIOS ANO DE 1782” e dous cordóns máis.

Xosé Troiano tamén nos contou que estas tres campás están elaboradas polos Irmáns Ocampo, en Arcos da Condesa (Caldas de Reis, Pontevedra)...” Aínda que a campá mediana e a pequena non teñen marca de fábrica, a decoración destas fai que se delaten como deles. Os Ocampo comezaron a porlle a marca de fábrica no primeiro terzo do século XIX, polo tanto, as campás anteriores a estas datas non levan a identificación de fábrica pero a súa feitura é moi recoñecible”.

xoves, 15 de novembro de 2018

O MÚSICO ARTEIXÁN VÍCTOR IGLESIAS

    Víctor Iglesias é desas persoas que necesitamos ter ao noso carón, desas persoas que destacan pola súa capacidade para crear consenso e empatizar con diferentes puntos de vista. Víctor é o fillo que toda nai quere ter, o amigo ideal, sempre disposto a axudar e a colaborar, na medida das súas posibilidades, en todo o que se lle pide. "Conta comigo", "Aquí estamos para o que precises"... son frases habituais deste bo amigo que leva traballado moito, moito, moito pola defensa da cultura do seu Arteixo natal. Agardando que máis pronto que tarde reciba o recoñecemento que merece a súa importante labor, nós, namentres, quitamos o sombreiro e dobramos o xeonllo para agradecer tanto esforzo e tanto tanto traballo, rendéndolle tributo con esta pequena homenaxe.
Víctor Iglesias
   Víctor Iglesias García (Arteixo, 1976) comenza as súas andainas musicais da man de Leonardo Corral, mestre de gaita na Asociación Xuvenil Xiradela, agrupación que lle permitiría ao noso protagonista aprender a bailar, a tocar instrumentos tradicionais e a valorar etnográficamente o entorno. E non só a el. Toda unha xeración de arteixáns formou, ao longo dos anos 80-90, parte activa de Xiradela. 

  Paralelamente, Víctor Iglesias estudia piano no conservatorio da Coruña, e comeza a tocar nalgunha orquesta, como Bolero ou a Finisterre. No ano 98 pon a funcionar a banda de gaitas Artaigo, formada con rapaces das distintas asociacións do Concello. Esta banda sería o embrión da posterior Banda de Música Santiago de Arteixo, da cal foi o seu primeiro director. E tamén dende a banda de gaitas Artaigo sairía á luz o proxecto Camándula, con Nuria Naya ao violín. 

   Entre o ano 1995 e o 2000, o noso homenaxeado colaboraría en Radio Arteixo co programa semanal "Cóntame un conto", no que se achegaba á historia e á etnografía do municipio arteixán dun xeito coloquial e ameno, contos que posteriormente, tras ser emitidos en Radio Arteixo se publicaban no Boletín Informativo Municipal. Dúas de estas historias da autoría de Víctor, "Os salóns de baile"e "A sala de festas Eva", forman parte do libro "Crónicas de Arteixo" (Edicións Embora, 2017).

   Ao longo da súa traxectoria, Víctor tocou en innumerables grupos de moi diferentes estilos de música. Destacan no seu currículo Silvia Penide, Mercedes Peón, Os Revenidos ou Lúar na Lubre, con quen colaborou en setembro de 2016 no concerto da romaría do San Miguel de Pastoriza e, no 2017, tamén participaría co popular grupo folk galego na gravación do disco 30 aniversario da banda.

   Na actualidade, Víctor Iglesias é director da Escola Municipal de Música de Arteixo, clarinetista na Banda de Música Santiago de Arteixo e dirixe a parte musical dos proxectos teatrais "Porlier en Pastoriza" e "Rodríguez, o loro de Picadillo".

sábado, 10 de novembro de 2018

A FONTE SANTA DO FOXO

Sabemos da importancia que na máis remota antigüidade tivo por toda a xeografía galega o culto ás correntes de auga, en especial a predilección polas fontes, unha importancia que perdurou nos tempos da dominación romana e que o cristianismo intentou erradicar, xunto con outras moitas prácticas pagás, sen conseguilo plenamente. Este tipo de cultos, que ían acompañados de actos de adoración, sacrificios e ofrendas, estaban tan arraigados entre os nosos antepasados que a Igrexa lanzaría contra eles sucesivas condenas, principiando polos anatemas de San Martín Dumiense na súa De Correctione Rusticorum, e continuando polos concilios toledanos: “Recordando los preceptos del Señor, no para castigo de los delincuentes, sino para terror, no imponemos por este decreto la pena de muerte, sino que avisamos a los adoradores de los ídolos, a los que veneran las piedras, a los que encienden antorchas y adoran las fuentes y los árboles que reconozcan cómo se condenan espontáneamente a muerte aquellos que hacen sacrificios al diablo”.

Fonte Santa do Foxo
Ante os reiterados fracasos de tan “piadosos” avisos, a Igrexa recurriría ao método, sempre útil e garantizado pola práctica, de sustituir aos deuses ou xenios pagás das augas por algún santo ou santa, e incluso pola propia Virxe María. Os exemplos son numerosos e, a día de hoxe, case todos os santuarios marianos galegos seguen tendo ao seu carón unha “Fonte Santa”, na cal moitos atopan a orixe e culto do que pode ser un recordo do practicado polos antepasados celtas, pois non podemos esquecer que na súa mitoloxía existe un caldeiro que devolve a vida a quenes son somerxidos nel, un recipiente máxico que é nomeado como “Fonte da Saúde”.

A través dos séculos, as crenzas, superticións e o respecto que as augas inspiraban nos nosos devanceiros, de seguro que polos restos do antigo culto que as cría poboadas de xenios protectores, quedarían presentes nas cantigas populares, romances, lendas, tradicións e, tamén, na toponimia das nosas parroquias, como é o caso da Fonte Santa do Foxo, en Loureda, un lugar coñecido dende tempos inmemoriais polas virtudes das súas augas salutíferas e beneficiosas.

Se viaxamos na máquina do tempo e poñemos o contador no día 31 de xaneiro de 1930, podemos ver como o historiador Heliodoro Gallego Armesto publicaba no número 438 da revista Vida Gallega unha reportaxe sobre o municipio de Arteixo na que nos dicía que...en su aldea de Fojo brotan dos manantiales de aguas ferruginosas, que utiliza mucha gente”.

Caseta "dos ricos"
Ao realizar a reportaxe, Armesto probablemente fora testemuña do bulicio que naquela altura había no Foxo, moito maior que o de agora, e de seguro que ata lle mandou un pucheiro de caña na Casa Trigo, estabelecemento do que xa temos falado neste espazo
 
Aqueles eran os tempos nos que pasaba pola aldea o vello camiño polo que circulaban a diario as xentes da comarca de Bergantiños que se dirixían á cidade da Coruña, tempos nos que moita da veciñanza do lugar vivía das populares “arteixanas”, esos ”grandes panes de borona (maíz) de forma piramidal que se condimentan y venden en el lugar de Fojo, Loureda”, que mencionaba Uxío Carré Aldao no xornal El Ideal Gallego en marzo de 1921 e, dos que xa facía referencia no ano 1829 o “Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal” dicindo que… “los vecinos de las aldeas de Fojo, Cancelo y Rapa se sostienen con el tráfico de la Brona que venden en los mercados de la Coruña, dando con este motivo bastante trabajo a muchos jornaleros”.

Pois ben, naqueles tempos o lugar do Foxo tamén era frecuentado polos residentes do Balneario de Arteixo que, segundo varios testemuños, facían excursións en burro ata Santa Locaia e tamén acudían polas tardes ata a Fonte Santa coas súas merendas e ataviadas, as mulleres, con grandes pamelas.


Caseta "dos pobres"
O Foxo era, naquela altura, unha especie de pequeno recinto termal, un pequeno balneario no que as augas ferruxinosas da devandita fonte eran consumidas principalmente con fins medicinais, unha fonte que tiña dous mananciais e, cada un deles, a súa respectiva caseta.

A caseta da fonte de arriba, na que había a posibilidade de facer fonda, era coñecida como “a dos ricos”. Tiña tres canos e a xente pagaba certa cantidade por vaso de auga, unha auga que segundo nos contou unha veciña do lugar “era boa para o intestino e para o fígado”. A caseta do manancial de abaixo, de tamaño máis reducido que a da fonte de arriba, era coñecida como “a dos pobres” e non había que pagar nada por beber nela.

Na actualidade aíndan quedan os vestixios de aquel pasado. Xusto en fronte a casa “dos do Jefe”, está a caseta onde bebían os pobres e, uns metros máis arriba, “a dos ricos”, na cal, ata hai ben pouco, se cadra ata os anos noventa, aínda había ben xente que acudía a ela. Desgraciadamente, sería a partir de aquela época cando pouco a pouco empezou a quedar agochada no medio da maleza na que hoxe se conserva totalmente abandonada da man de Deus. Aaaaii... se as paredes falaran!



FONTES:
-Alarcón Herrera, Rafael. La huella de los templarios. Ritos y mitos de la Orden del Temple. Ediciones Robinbook. Barcelona, 2004.
-Rodríguez, Eladio. Breviario enciclopédico. Letras, historias e tradicións populares de Galicia. Edición de Camilo Fernández Valdehorras. Editorial La Voz de Galicia. A Coruña, 2001.