MI ROMERÍA. MODERNISMOS ENXEBRES
 
 "Cuando oigáis hablar de bombas de cuatro pistones, escapad. Las bombas
 de cuatro pistones son la última novedad de las fiestas y romerías de 
nuestro país. Cuestan a treinta pesetas la docena y escuso deciros el 
calibre del estronicio de que son poseedoras. Reíos del palenque 
sencillo; reíos también del doble y triple palenque que hace seis años 
nos hacía calificar in mente de bárbaros a los pirotécnicos 
rurales. Esas son hoy débiles cohetillos que apenas hieren nuestros 
oídos si se las compara con las de cuatro pistones.
   Después del violento jungar
 y de una elevación relativamente grande, pero nunca lo suficiente para 
dejar completamente a salvo la integridad física de los expectadores, 
estallan estas bombas en el aire y su estampido es necesario recibirlo 
con el labio inferior mordido, los ojos fuertemente cerrados, la cabeza 
bien apretada entre ambas manos, la respiración contenida y el sistema 
nervioso metido en un puño.
     -Son boas; son das que petan no peito- decía
 el otro día Xan de Chuca cuando probábamos la pólvora que había de 
quemarse en la romería de Nuestra Señora de los Remedios celebrada en la
 capilla de Anzobre el próximo pasado día primero; y en efecto con esa 
frase se retratan los voladores en cuestión.
   Son das que petan no peito, pero petan
 con una intensidade tal que es preferible una paliza regular a oír una 
docena de estas bombas de dinamita, recreo y solaz de nuestros paisanos.
 
   Pero ahora que ya estallaron y que puede uno recobrar su habitual 
tranquilidad, hagamos volar el pensamiento a la romería aludida. 
Multitud de novedades se han observado en ella. Los puestos de frutas, 
quesos del país, pan y vino no variaron en nada de los anteriores años.
    Las castañas cocidas y los zonchos,
 quince en una perra (dos más que en otras romerías), y en los puestos 
de rosquillas ha vuelto a aparecer el maragato de galleta, aquel 
maragato ideal que ha recreado el paladar de otras generaciones y que 
adquiría en tiendas y tabernas en donde tenía sentado sus reales allá 
por el año 1879 y 1880 en amigable consorcio con el caramelo de a cuarto
 y con la tira de mistos de cartón.
 
    ¡Cántas veces este dulce comistrajo tiene servido de premio a 
nuestros desvelos! ¡Cuántas nos tiene ocasionado horribles indigestiones
 cuando, reunidos en número de cinco, eran permutados por el real que 
nos regalaba el amigo de papá, y comidos detrás de una puerta para 
librarnos de la inquisidora mirada de nuestras niñeras!
 
    Desaparecido en el último cuarto del siglo XIX, el maragato 
reaparece ahora, a principios del XX, más dulce, más perfecto, más 
dorado.
    
 Pero su papel no es tan importante como en tiempos pasados. Eclípsando 
los mantecados, los bizcochos bañados y los canastillos de crema de 
frescura convencional, que se ven en las mozas de las rosquilleras con 
categoría de figuras modernistas y abarcados todos ellos bajo la común 
denominación de "dulces".
     En materia bebestible campean un líquido dorado con un ramo dentro de la botella, que se llama ron escanchado; el mismo líquido con el mismo ramo, solo que sin dorar y al cual llaman anís también escanchado, y una mezcla de agua, azúcar y pintura encarnada, que recibe en plaza la denominación genérica de licor.
    
 Con estos tres explosivos, amén de la caña y el anís corrientes, que 
presentan en la botella el aspecto de agua ligeramente teñida con 
pólvora fina o carbón tamizado, con las bombas de que hablo al empezar 
este artículo, con un día de frío y con un poco de buena voluntad, 
excusado es decir ni explicar lo que resultaría la romería entre cinco y
 seis de la tarde.
    
 Cuando ya la noche se enseñorea del campo, a la luz de los mugrientos 
farolitos que señalan los puestos de las vendedoras de bebidas, se ve 
brillar el nikelado cañón de algún que otro revólver que dispara al aire
 tres o cuatro tiros y vuelve a guarecerse en la cintura de su 
respectivo cheche. El uso de este adminículo, otra de las últimas palabras del modernismo enxebre,
 es, sin embargo, más antiguo que el maragato que reaparece este año 
después de cinco o seis lustros de ausencia que parecía definitiva".
                            Picadillo
     Este artigo, publicado no xornal El Noroeste o 5 de novembro de 1905, forma parte da Antoloxía das Confidencias de Picadillo,
 libro no que rescatamos o Picadillo máis descoñecido, o Picadillo 
xornalista que, desde a sección "Confidencias", na que escribiu entre os
 anos 1902 e 1918 nos xornais el Noroeste e El Orzán, nos 
relatou algúns dos seus avatares cotiáns que lle aconteceron tanto na 
cidade da Coruña como no concello de Arteixo e noutros puntos da 
xeografía galega e española.
 
    Anécdotas sobre o mundo da música, da moda, dos transportes da 
época, da súa vida familiar, dos seus animais domésticos, de viaxes como
 a realizada a finais de 1909 a Hamburgo para levar a cabo un réxime de 
adelgazamento, de romarías e dun sen fin de curiosidades máis, narradas 
todas elas con moito, moito humor, saen á luz nesta Antoloxía das Confidencias de Picadillo. 
FONTES:


Ningún comentario:
Publicar un comentario